jueves, 15 de febrero de 2018

UNA CHINA ACTIVA

Europa mira hacia China ante la presumible salida inminente de Estados Unidos del ambicioso Acuerdo de París contra el cambio climático. La UE firmará este viernes con Pekín —un socio hasta ahora lejano e incómodo— un acuerdo bilateral que multiplica los compromisos de ambos bloques en ese marco multilateral para intentar salvarlo. El texto insta a “todas las partes”, sin mencionar a Washington, a respetar lo pactado en 2015 y promete nuevos esfuerzos en energías renovables.
Bruselas ha pasado ocho meses intentando forjar un acuerdo climático ambicioso con el país más contaminante del mundo. El objetivo era tratar de protegerse frente al descuelgue estadounidense de los acuerdos contra el calentamiento global que ratificó el anterior presidente, Barack Obama. El resultado es una declaración conjunta, que desglosa en 17 apartados la nueva estrategia bilateral. El documento se aprobará en la cumbre que reunirá este jueves y viernes en Bruselas al primer ministro chino, Li Keqiang, con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el del Consejo Europeo, Donald Tusk. El encuentro propiciará también entendimientos en inversión, seguridad y defensa y migración, entre otros asuntos.
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miércoles, 7 de febrero de 2018

COMBATÁMOSLO DESDE DENTRO

En el momento en que usted está leyendo esto, 28.500 árboles están siendo talados en nuestro planeta. La ONU ha calculado que cada año se pierden 13 millones de hectáreas de superficie forestal. A cada minuto que pasa, 79.000 toneladas de CO2 son emitidas a la atmósfera. La cifra llega a 41.5 gigatoneladas anuales, según los datos presentados en la Cumbre del Clima de Bonn de 2017. ¿Podemos revertir estas cifras?
"Las ciudades producen el 75% del CO2 que está presente en nuestra atmósfera. Los bosques de todo el mundo absorben un 40% de ese gas. Si llevamos árboles y bosques a nuestras ciudades, estaremos luchando contra el enemigo en el terreno donde se produce el CO2". Es una afirmación del arquitecto italiano Stefano Boeri (Milán, 1956), con quien EL MUNDO ha tenido la oportunidad de charlar a su paso por nuestro país, mientras ha participado en el taller de arquitectura 'Integration Workshop' organizado por la IE School of Architecture and Design.

Experto en arquitectura sostenible, Stefano Boeri es famoso por la integración de árboles en edificios altos, lo que se conoce como bosques verticales. Las torres de apartamentos Bosco Verticale construidas en Milán en 2014 o el proyecto Liuzhou Forest City, una ciudad forestal que se edificará al sur de China, son algunos ejemplos de su trabajo.
La arquitectura de Boeri, que en sus rascacielos no lidia sólo con pequeñas plantas sino con árboles de hasta 9 metros de altura, se centra en "evitar que la naturaleza esté presente como un mero ornamento. Me interesan los árboles porque diseño edificios para árboles".
Sin embargo, tras este simple planteamiento existe una infinidad de complicaciones a resolver. El diseño de un bosque vertical comienza por la selección de las especies y sus necesidades climáticas, las condiciones de humedad, de iluminación solar y de viento. "Luego se diseña la arquitectura y se delimita el espacio tridimensional que todo árbol debe tener para crecer. Al principio tuvimos algunas dificultades técnicas porque no teníamos soluciones".
El complejo sistema de riego por goteo para cada planta, la fijación de las raíces a su base, o cómo absorben el viento las ramas de los árboles colocados en las esquinas de los edificios han necesitado de una investigación en profundidad. "Fuimos a un túnel de viento en Florida donde se hacen pruebas con tifones. Queríamos ver un modelo real y probar si nuestras soluciones funcionaban. Funcionaron y volvimos".

jueves, 1 de febrero de 2018

EL CO2 NO ES PRIORITARIO

Caer en esta tentación climática es bastante fácil. "Pensar que la tecnología vendrá al rescate si no logramos mitigar [reducir los gases de efecto invernadero] lo suficiente puede ser una visión atractiva", admite Thierry Courvoisier, presidente del Comité Científico Asesor de las Academias Europeas(Easac, sus siglas en inglés). Pero crear "unas expectativas poco realistas" sobre esas tecnologías podría tener consecuencias irreversibles "para las generaciones futuras", escribe este astrofísico suizo en un informe de Easac.
Courvoisier se refiere a la lucha contra el cambio climático y, en concreto, a las llamadas tecnologías de emisión negativa –básicamente, capturar los gases de efecto invernadero de la atmósfera y almacenarlos para controlar el calentamiento global–.
El Acuerdo de París, el pacto internacional que debe guiar la lucha contra el cambio climático durante este siglo, se marcó como objetivo que el aumento medio de la temperatura del planeta en 2100 se quede por debajo de los dos grados y en la medida de lo posible dejarlo en el grado y medio. Para ello establece que se tendrá que alcanzar "un equilibrio entre las emisiones antropógenas" y "la absorción" de los gases de efecto invernadero a través de "sumideros" en la segunda mitad del siglo. Es decir, se abría la puerta a esas tecnologías de emisión negativas como herramienta para poder alcanzar los objetivos de París.
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